UN RECUERDO PARA SIEMPRE.


El fin de nuestro viaje.


Empezamos a escribir un libro un dos de agosto, nunca pensamos que llenaría tantas páginas, ni nosotros, ni nadie que nos conociera. Las historias fueron llenando páginas, los momentos guardando imágenes, las palabras creando sentimientos. Escribíamos cada día una historia nueva. Algunas veces, le poníamos punto y final, pero en breves volvíamos a retomar la historia. No podíamos vivir sin escribir ni un solo día. Hubieron miles de exclamaciones, momentos en los que a punto estaba el libro de quemarse. Interrogantes que todavía están sin resolver, y otros ya resueltos. Algún punto suspensivo.... Pero lo importante era que cada mañana, nada más levantarnos, empezábamos a escribir con más ganas que el anterior hasta que caía la noche y concluíamos una nueva historia. Los capítulos fueron haciéndose más cortos. Las anécdotas menos intensas. Los mensajes estaban llenos de mirar al pasado, al rededor; del cariño a las personas que nos rodeaban de nuevo y que habían entrado en nuestras vidas gracias al otro. Seguíamos escribiendo pese a todo, pero un día, sin saber por qué ni por quién, dejamos de escribir esa historia que llevaba más de dos años y siete meses sin faltarle capítulo. Ahora, al leerla, recuerdo cada momento y se me entristecen los ojos, me falta la voz. Un nudo en la garganta me invade y no puedo evitar llorar. Hay veces que la mejor opción es ponerle un punto final al libro y empezar otro nuevo, pero lo más importante de todo es no olvidar quien escribió contigo el primer libro de tu vida. Quién cogió el boli cuando no te apetecía escribir.
Ahora es el momento de guardar el libro en un cajón, de mirar hacia adelante y no pararse a pensar en lo que hubiese pasado, porque eso lo único que hará será quemar estas preciosas páginas que han quedado escritas para siempre sobre nosotros. Dejo de escribir, pero jamás guardaré el libro. No dudaría ni una sola vez en empezar a escribir si volviera a aquel día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario