Lloré para desahogarme. Lloré para sentirme mejor. Lloré para intentar huir. Lloré para sentirme más cerca tuyo. Lloré para que vinieras aunque solo fuera por pena. Lloré para hacerme ver que era débil. Lloré para sentirme mejor. Lloré, porque sólo tenía viejos recuerdos, algunas imágenes borrosas de las que casi no distinguía tu lejana y triste mirada. Lloré hasta creerme feliz por un instante, hasta que sin motivos empecé a reír sin parar, sin llegar a entender completamente que estaba haciendo. Y de nuevo, volví a llorar. Lloraba para que te dieras cuenta. Lloré porque de una rara manera estaba resignada a seguir un minuto más sintí. Lloré de nuevo porque creía ser la más feliz del mundo cuando en realidad, todo el mundo me engañaba y me hacía creer cosas que no eran ciertas. Y de nuevo, lloré porque tú solo te acercabas a mi para secar mis lagrimas y llorar era una forma de que estuvieras a mi lado.
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